lunes, 26 de marzo de 2012

Ensayo acerca de “La calidad de educación y las críticas al sistema educativo”.

Introducción
Las experiencias que tuve en el ciclo lectivo 2011, con la ayuda de los aportes en materia psicológica y sociológica en relación a la comunicación, un contexto histórico bien analizado, y la inserción en el ámbito educativo del nivel superior, (muy diferente al nivel secundario), crearon ideas, opiniones y preocupaciones en mí, que pretendo organizar mediante este ensayo.
El libro “La tragedia educativa” de Gillermo Jaim Etcheverry, fue un pilar fundamental para basar mi trabajo, bajo una mirada crítica a la calidad de educación de los niños y jóvenes argentinos.
Con este ensayo, quisiera aclarar algunos conceptos que, por medio de encuestas, obtuve bajo la pregunta: ¿Qué opina de la calidad de educación de las jóvenes? Las respuestas fueron de lo más variadas, la gran mayoría negativas, acusando a “un mal sistema educativo”. La pregunta que me surgió fue ¿Qué se considera sistema educativo?, Y con esta otras más.
Si bien no creo poder encontrar la solución a un posible déficit nacional, si considero necesario intentar esclarecer el panorama y poder explicar el problema con menos simplificaciones que las opiniones descubiertas.
Una baja calidad de enseñanza reflejada en una generación no es asunto del gobierno de turno, ni de un modelo institucional; tampoco de un hecho histórico, el ambiente socio-cultural del niño u otras influencias externas como los medios de comunicación y video juegos, sino que es la suma de estos y muchos más factores que interactúan en un sistema más complejo del que percibía antes de comenzar el cursado.
Por esto, decidí buscar respuestas y opiniones en profesionales y estudiantes, releer material utilizado en los distintos espacios de la carrera, y sustentar mis juicios con citas de autoridad reconocidas en el ámbito académico, para poder juzgar con conocimiento de causa, y un análisis más profundo a la situación que algunos llaman “trágica”.


Posible raíz histórica del problema. La finalidad del conocimiento
“Me parece bien que se inserte la tecnología en las escuelas y mas si es en los niveles básicos para que lo alumnos salgan mas capacitados para el mundo laboral en donde la tecnología es un punto vital para conseguir un puesto de trabajo”.
Jesús Videla, 25 años. Técnico en reparación y mantenimiento de PC.
La alta modernidad se caracterizó por el uso de la razón como herramienta de superación humana, la constante y casi triunfal imposición de la ciencia sobre la religión, el conocimiento como símbolo de poder y dominación.  Esa evolución en el campo abstracto, junto con la situación histórica enmarcada, tuvo como nuevo objetivo la aplicación de esas ideas al sistema económico, con la noción de un progreso humano de carácter lineal y acumulativo. Pero se terminó de aspirar a esto, cuando el ser humano demostró no estar lo suficiente superado para arreglar sus inconvenientes bélicos, e intentar autodestruirse mediante ese avance científico-tecnológico tan venerado. Y así, la baja modernidad o posmodernidad, se caracteriza por el descreimiento de aquel conocimiento lineal y acumulativo,  por atribuirle un sentido relativo a todo juicio, por el escepticismo.
Tal vez  esta descripción de la etapa histórica que transcurrimos, brindada de la materia Problemática Socio-cultural y del Mundo del Trabajo, esté directamente relacionada a la situación académica de los niños y jóvenes, que obviamente desborda en la sociedad en su conjunto. Pues el valor relativo impuesto al conocimiento, parece evidenciase. El libro “La tragedia educativa” de Guillermo Jaim Etcheverry, habla precisamente de esto, de una situación alarmante del valor que se le da a la educación en argentina.
“La educación es una de las cuestiones que más parecen preocupar a la sociedad contemporánea. /…/ Sin embargo la acción concreta de la sociedad argentina no parece estar guiada por esas ideas. Es más, vivimos rodeados de señales que demuestran de manera inequívoca que la nuestra en una “sociedad contra el conocimiento”. [1]
Es decir, que a pesar del constante discurso de la educación como primordial en la sociedad, las medidas adoptadas por el sistema parecen no ser útiles, bajo mi concepción,  para esta finalidad, entendiendo a educación como la formación cultural de una persona, para su comportamiento independiente en la saciedad, no la formación de sujetos que realicen operaciones en un sistema económico.
Como explica este libro en su segundo capítulo, el conocimiento adquiere una finalidad utilitaria, donde el objetivo no es aprender a vivir sino adquirir una habilidad para desempeñar en un cargo y obtener remuneración; en otras palabras la finalidad es económica.
“El profesor Félix Ovejero Lucas de la Universidad de Barcelona comenta:
Las torpezas pedagógicas responsables de esta esquizofrenia tienen raíces profundas en nuestra cultura académica. La contraposición entre vida y conocimiento no es un invento actual. Pareciera que estamos obligados a elegir entre la feria y el convento, entre acabar como gentes de acción, resueltos, felices y bulliciosos o gentes de libros indecisos, lúgubres, anodinos. La tarea más importante, la de ser feliz, requiere un trato inteligente con la vida, buen conocimiento del mundo y de nuestros semejantes para saber orientarnos con destreza y compromiso en el oficio de vivir”.[2]
Sistema educativo como blanco de críticas
“Cada día es mas fácil terminar el secundario… Es más, al preguntarle a un chico que recién salio del secundario, la fórmula del agua, duda y te pregunta ¿H2O?”
Raul Moyano. 20 años, peluquero.
Si bien muchos advierten esta situación, en las encuestas que realicé la gran mayoría culpa a un sistema educativo “inadecuado” o “inadaptado”, entre otras. Sin embargo ¿A que se refiere cuando hablamos de sistema educativo? En palabras de la psicopedagoga Mónica García el sistema educativo es el resultado de la cultura, la historia, la familia, el barrio, el departamento, el país, primario, secundario y nivel superior, en un sistema dinámico, donde un déficit de éste, es multicausal. Es decir, si la educación está en un estado alarmante, no se le puede pedir respuesta a la institución o el estado sino analizar a la sociedad en su conjunto.
Si bien en un principio creí que la escuela tiene un modelo tradicional, al que se le intenta actualizar sumando herramientas, sin la capacitación y reorganización necesaria, este no es el único problema (aunque si incide, por lo tanto lo analizaré más adelante). También, como explica la psicopedagoga, la educación de los jóvenes está influenciada por una velocidad propia de nuestra época, donde lo primordial es la rápida salida laboral: se ofrecen cursos rápidos y superficiales, se acortan carreras universitarias por la baja de matricula, y de apoco baja la calidad de educación de las generaciones que se están formando, mientras la economía determina las ideas. Y, en relación a esto, la superficialidad e inmediatez crea un ámbito donde no hay lugar para la cultura del esfuerzo, propio también del relativismo que se asigna a la época.
En este mismo sistema, está la influencia innegable de los medios de comunicación. Desde la publicidad, la moda, la concepción de que aprehender debe ser “divertido”, la facilidad de Internet y el mal uso de esta, y la trasmisión de valores no siempre positivos influyen en esta situación.
Una escuela, que no siempre cuenta con infraestructura adecuada, herramientas y personal especializado, con un docente al que se le exige el cumplimiento de las siguientes funciones: Maestro, psicólogo, asistente social, madre, padre, amigo, etc. Una institución a la que se recurre ante cualquier desequilibrio social, “ante la cantidad de embarazo adolescente, se incluye la educación sexual en las escuelas, ente tantos accidentes de trancito se da educación vial en las escuelas…” atribuyéndole otra función a esta. Y, como consecuencia, se deja de lado la función primordial de la institución: formar culturalmente a los alumnos y socializarlos.
Padres desautorizados
“Para los padres, “el nene o la nena” son intocables y ante el menor intento de aplicar disciplina ponen el grito en el cielo, por que el nene es un santo...”
Carlos Escobar, 23 años. Estudiante de Comunicación Social.
Personalmente, pienso que un factor desencadenante es la actitud de los padres del estudiante.  La desvalorización que hacen estos de la escuela, los maestros y la sociedad, y la autoridad que no imponen a los niños, cuando son los únicos capaces de ponerle sus límites; esto se traduce a que los niños no respetan ningún tipo de jerarquía, por lo tanto no dejan que se les enseñen.
Estas podrían ser unas de las causas que dan lugar al problema en cuestión, ya que la educación no es un universo exento de las influencias exteriores, sino que el resultado directo de estas, porque hablamos de un sistema interdependiente. Y los jóvenes no son más que el resultado de las influencias de la sociedad en su más amplio sentido.
“Por eso, cuando nos escandalizamos al advertir, como lo hemos comentado, que casi el 70% de nuestros niños y jóvenes no comprende lo que lee, es preciso tener presente que posiblemente ellos no comprendan lo que lean el los libros, pero comprenden muy bien lo que leen en la sociedad. Hay que preguntarse si nuestros chicos son tontos o, por el contrario, inteligentes, cuando ignoran lo que predicamos e imitan lo que practicamos.”[3]
Con respecto a los medios de comunicación
“Los niños pasan mucho tiempo frente al televisor, y son demasiado influenciados por él. Lo único que ven son “tonteras” sin sentido.”
Soledad Robledo, 20 años. Estudiante de Abogacía.
Como decía, los medios de comunicación son una de esas influencias decisivas en el tipo y calidad de educación con la que egresan los alumnos de los deferentes niveles. En este punto, es importante recordar los aportes de la materia Introducción a la Comunicación, en relación a las preocupaciones que generalmente caen sobre los medios: La persuasión, no recurriendo a la violencia física pero si a la manipulación mediante el relato; el logro del conformismo y la rendición de las facultades críticas; y los efectos sobre la cultura popular y los gustos estéticos. Si estas inquietudes surgen pensando en cada ciudadano expuesto a un medio de comunicación, esto es más preocupante al fijarnos en  que los niños (seres mucho más vulnerables) también lo están, y sobre todo a un medio en donde (al menos en la mayoría de los canales) predomina el espectáculo y entretenimiento, como en la TV.
Ya que la edad en que los niños absorben mayor conocimiento, habilidades y hábitos es entre los 3 y 10 años, porque a esa edad se forma la personalidad del individuo, analizaré la influencia que ejercen los medios en esta etapa.
El medio más consumido por los niños es la televisión, ya que desde pequeños la “caja boba” los entretiene. A pesar de que entiendo que la actualidad demanda la salida de la madre al campo laboral, y a causa de la inseguridad es necesario entretener a los niños dentro del hogar, se vuelve común recurrir a un pasatiempo que parece ser bueno y seguro como es la TV, el problema en sí es el exceso de su uso, y la falta de control en los programas que ven los niños. Entonces, este entretenimiento se vuelve una amenaza.
Al investigar en las opiniones de quienes más se los relaciona con la educación, una estudiante de profesorado de nivel inicial expresó: “se fascinan tanto con la TV que pierden la noción de lo que pasa a su alrededor, y no solamente se les acortan las ideas, el vocabulario, sino también contribuye al sedentarismo y a la obesidad, junto con la computadora.”
En el libro ya citado, “La tragedia educativa” se explica el efecto de la TV de la siguiente manera: “Si bien a menudo se critican, no sin razón, diversos aspectos relacionados con el contenido de las emisoras televisivas, su influencia más trascendente se ha hecho sentir en nuestra forma de concebir el mundo y sobre todo, de acceder a él. La televisión creo una nueva figura: el “video-niño”, como tan acertadamente lo describe Giovanni Sartori. Es que el “tele-ver” y el “video- vivir” han desplazado por completo a la palabra, transformando así el homo sapiens, productor y producto de una cultura escrita, en el homo videns de Sartori o el homo sentiens de Ferrarotti.”
Y continua “Posiblemente, el elemento que caracteriza al ser humano y lo singulariza sea su capacidad de manejar símbolos. Esa habilidad adquiere su máxima expresión cuando logra comunicar significados mediante el uso de sonidos y palabras, es decir, mediante el lenguaje. Precisamente el hombre se piensa así mismo y el mundo en palabras, que no solo evocan a representaciones de cosas concretas sino que, en su gran mayoría, se refieren a conceptos abstractos sin correlato en objetos reales, cuyo significado no se puede traducir a imágenes.” [4]Y aquí aparece el disparador de mi preocupación para realizar esta investigación, la decreciente práctica de la lectura en niños y jóvenes, proceso cognitivo indispensable para el desarrollo de las habilidades psicológicas.
Elaboración de ideas abstractas
“Llegas a la facultad o terciario y no tenés mecanismos de estudio, ni sabés como armar un cuadro sinóptico.”
Jorgelina Rojas, 20 años. Estudiante de abogacía.
Mónica García indica que para lograr la elaboración de conceptos y juicios de valor es necesaria la sucesión de estos pasos, denominado proceso cognitivo:
Etapa
Sensación
Percepción
Imaginación
Memoria
Inteligencia
Función y producto
A través de los órganos de los sentidos se captan cualidades sensibles, información que se envía al sistema nervioso central.
Integra los datos de la sensación en un todo, al que reconoce y le da un nombre.
Representación mental del objeto de estudio, sumamente importante en la comprensión del mismo.
Inicialmente tiene una etapa de fijación y conservación. Para luego en una etapa de evocación trae a la conciencia algo ya visto o vivido y lo reconoce como propio. Establecimiento de relaciones.
Trabaja SOLO con conceptos, abstrae lo esencial del objeto de estudio y elabora juicios (afirma o niega algo de lo aprendido), esto facilita realizar razonamientos para llegar a conclusiones.

Es evidente que solamente con la práctica de la lectura se logra cumplir el proceso explicado, ya que con el consumo de productos visuales la imaginación es nula y, como explica la psicopedagoga, la televisión no da lugar  ni tiempo a juicios de valor, sino que impone como bueno o malo lo que ella pretende. Es decir, da la imagen armada y también la interpretación, no se estimula en ningún sentido a las proceso cognitivo, mientras que con la lectura “se ponen en práctica todas las funciones psíquicas”. Y, como ya he comentado, transmite valores que son absorbidos por los niños, de modo que los entienden según las condiciones psicológicas, los factores sociológicos y la condición social y ambiental, como hemos visto en Introducción a la Comunicación. De modo que esa “información” y o “entretenimiento” por más inofensivo que parezca, puede contribuir a juicios erróneos o valores no recomendables.
A pesar de la explicación obtenida sobre la importancia de la lectura, es cada vez más frecuente ver maestros que recurren a audiovisuales, imágenes, sonidos y diversos formatos para captar la atención de sus alumnos.
El autor de La tragedia educativa explica su postura:
“Al abolir la capacidad de abstracción, de reflexión y de pensamiento, la cultura audiovisual predominante, carente de una elaboración que la convierta en una forma de expresión artística, es esencialmente inculta. Por eso el regreso de la capacidad de pensar sólo tendrá lugar  si sabemos defender a ultranza la lectura, el libro, en una palabra, la cultura escrita. ”[5]
Aprender ¿debe ser divertido?
“Si no es con audiovisuales, es casi imposible captar la atención de los niños”
Alicia Burela, 25 años. Estudiante de Profesorado de Nivel Inicial.
Como explica Jaim Etcheverry: “Como el resto de las instituciones contemporáneas, la escuela no ha podido escapar al signo que define a nuestra sociedad actual: la supremacía del espectáculo. /…/No es casual, por lo tanto, que al referirse a las actividades escolares, tanto padres como hijos recurran a calificativos que están estrechamente vinculados con el entretenimiento. “Así, es frecuente escucharlos afirmar que la escuela es “aburrida”. /…/ para los padres y para los niños actuales, asistir a la escuela es ir a divertirse. Creen que la escuela les brinda una oportunidad más de ser entretenidos.”[6]
Es decir, no se puede pretender que el niño se divierta aprendiendo, y para esto innovarlo con pantallas luminosas. Como dice McLuhan, el medio es el mensaje: la lectura de por si implica esfuerzo y por lo tanto, superación, la televisión solo entretiene, el mensaje es que “aprender es divertido”, cuando realmente no aprenden.
Como evidencia de esto, del creciente discurso publicitario donde la educación debe ser divertida, rescato una publicidad televisiva de uno de los servidores de Internet, telefonía fija y DirecTV, donde promocionan juegos “educativos” en 3D, y relatan “Mientras más se divierten, más aprenden”.
 Una auxiliar de maestra jardinera, Yoel Bastías, opina: “a los niños en los primeros años de vida, les gusta que les lean cuentos, y los incentiven en actividades como las manualidades que también los hacen pensar, el problema es que, por falta de tiempo o voluntad, los padres no acompañan estas actividades, y  recurren a entretenimientos que no ayudan a sus cabecitas, ni tampoco a su interacción, como la televisión y los videojuegos”.
Es de público conocimiento, que “aprehender” cuesta, el problema es que, como decíamos, no hay cultura del esfuerzo.
Esto es creciente en cada generación, como explica Ignacio Ramonet, al hablar de la información que brinda los noticieros televisivos, y enumera tres razones por lo cual consumirlos no es estar informados: “Primero porque el noticiero, estructurado como una ficción, no está hecho para informar, sino para distraer; luego, porque la rápida sucesión de noticias breves y fragmentadas (una veintena por programa) produce un doble efecto negativo de sobreinformación y de desinformación; y finalmente porque querer informarse sin esfuerzo es una ilusión que remite al mito publicitario antes que a la movilización cívica, Informarse fatiga. Ese es el precio que un ciudadano paga para tener el derecho de participar con inteligencia en la vida democrática”[7].
Y, como acabo de decir en el apartado anterior, no se puede pretender que los niños adopten valores que su entorno no evidencia.
Desautorización de los maestros
“La autoridad y credibilidad se la quitan los padres a los maestros al ir a quejarse todo el tiempo por las notas de su hijo”
Javier Videla, 25 años. Técnico en reparación y mantenimiento de PC.
Considero a la autoridad y el respeto a las jerarquías, un pilar básico en el proceso de enseñanza. Es decir, el respeto al maestro, quien enseña lo que el alumno no sabe, es esencial para poder despertar interés en el educando. La actitud de los padres evidencia una desautorización de los maestros, sin embargo las tecnologías producen un efecto similar. Con el acceso a toda la información que pueda existir, donde lógicamente muchos contenidos el maestro no sabe, este último queda en desventaja y su enseñanza es banalizada.
Etcheverry escribe: “Antes, nadie dudaba que lo padres y los maestros tenían el deber de transmitirles un cuerpo de conocimientos y de valores, de introducirlos en la cultura y de desarrollar en ellos el respeto por la condición humana. Estos objetivos se cumplen cada vez menos porque se ha erosionado la jerarquía moral imprescindible para que los adultos puedan ejercer autoridad sobre los niños. Además, hoy ya no se piensa que exista una sabiduría superior que deba ser transmitida. Nada es superior, todo es igual. Este relativismo moral y cultural hiere de muerte la autoridad de la familia y la esuela, representados por los padres y maestros. Esa autoridad se ha transferido a los individuos. Todos, incluso los niños, nos sentimos autorizados a ser muestro propio juez moral. Todos debemos expresarnos aunque no sepamos hablar. En realidad, no pocas veces se aprende hablar callando, escuchando y leyendo. El efecto de esta tendencia en las aulas y en los hogares ha sido devastador.”[8]
Uso de tecnologías en el aula: ¿Ayudan o perjudican el rendimiento de los alumnos?
“Acá en el barrio de Chacón, en la escuelita, las maestras me llaman a mi para tipear un texto en Word cuando ellas tienen que saberlo, me llaman a mí para que les conecte un MODEM, me llaman a mi para que les ponga un CD en la grabadora... eso es lo que veo.
La directora viene a mi casa para que le abra el correo, y yo tengo que escribirles otros por que no saben.”
Mariana Santarrosa, 20 años. Estudiante de comunicación Social.
El uso de las tecnologías en el aula es uno de los debates más frecuentes al hablar de educación. Por un lado, está la preocupación de un nuevo modo de relacionarse, de manera virtual, aumentando la cantidad de vínculos sociales y disminuyendo su calidad. La psicopedagoga Mónica García ejemplifica esta situación “los chicos cuando salían al recreo, jugaban, corrían, se “divertían”; ahora salen y están los diez o quince minutos con el celular o sus netbook”. Como vengo diciendo, este es otro inconveniente que desvirtúa una de  las principales funciones de la escuela: socializar.
Por otro lado está Internet, y más específicamente las redes sociales, como explica la profesora y licenciada en letras Emma Cunietti, ex Directora General de Escuelas de la provincia: “Facebook facilita que los pibes tengan un millón de amigos y también novios, pero ¿Cuál es la calidad de esas relaciones?”[9] 
Y luego de contar una experiencia de un estudiante que fue humillado públicamente por su “novia” y “amigos” de la red social, comenta:
“De esta manera, ocurre que estas tecnologías advierten que no solo cambian las formas de relación intergeneracional, los estilos de aprendizaje o el desarrollo de la autoridad, sino también la construcción de subjetividad, la forma en que cada uno de nosotros desarrolla su yo y su autoestima.”[10]
Sin salir del tema, es uso de computadoras en red se lleva la mayor atención en los cuestionamientos a la educación, ya sea por su uso, o por la falta de ellas. Por un lado están quienes defienden la inclusión de la tecnología en las aulas, como parte de la “demandante adaptación de la currícula a la sociedad”, y concordando con esto el cuestionado plan “conectar igualdad”. A partir de las opiniones escuchadas y algunos materiales consultados, reconozco que el modelo tradicional de la escuela (al que defiende el autor de “La tragedia educativa”) se lo pretende “adaptar” a los cambios sociales, hecho que es necesario ya que el egresado debe estar preparado para la sociedad en la que va actuar, pero no basta con la inclusión de herramientas tecnológicas sin la reforma correspondiente en el modelo de educación, ni la capacitación adecuada de los docentes.
Es decir, se sigue sumando responsabilidades a la escuela, a las que la institución debe asumir y organizar dividiendo el tiempo y esfuerzo, y dejando de lado sus funciones primordiales. Así mismo, creo que la medida de reforzar el conocimiento y práctica de las habilidades en tecnología es necesaria, dado que vivimos en un sistema socio-económico en torno a la red. Un buen uso de Internet puede ser muy productivo, y además contribuir a una concepción más democrática de la sociedad en que vivimos. Pero esto también es un inconveniente a la hora de formar ideas críticas: el niño/joven tiene una herramienta y un poder que demuestra tener más respuestas que la escuela, más facilidad que el aprendizaje y menos “censura” que el maestro. Internet, pone en el mismo rango al maestro, estudiante, profesional de letras y niños que solo saben leer y escribir, con las mismas posibilidades de acceder y difundir información.
En la red, no solo se puede encontrar  información falsa, simplificada y escrita por cualquier persona, sino también con todo la información sobre cada ámbito, servicio, lugar, tema que existe sobre la tierra. Y, ante toda esta información, el problema es seleccionar, jerarquizar y comprender los textos, operación que la PC no realiza. Y en este sentido vuelvo a citar a Emma Cunietti, al opinar sobre la función del maestro ante el aporte de conocimiento ilimitado que brinda la red: “es necesario detenerse cada vez más en la interpretación de los textos, en las formas de construir significados, en los procedimientos para seleccionar y organizar la información, en las posibilidades de interpelar lo que se lee o lo que se ve.”[11]
Lo que planteo a partir de este análisis es una crítica a el uso de las tecnologías de manera indiscriminada y sin una capacitación adecuada; pero si los operadores de estas máquinas tienen las habilidades ya adquiridas en interpretación de texto, cultura, elaboración de ideas y juicio crítico, más la especialización necesaria de los maestros, estas herramientas son el traspaso de cualquier límite en cuanto a libre acceso a la información, y facilidad de comunicación. Pero, para el aprovechamiento de esto, es necesario no solo adaptar la escuela a la sociedad tecnológica, sino también el mecanismo de enseñanza a las nuevas tecnologías.

Conclusión 
Retomando mi cuestionamiento inicial, ¿Qué se considera sistema educativo?, creo, luego de este análisis, haber obtenido una visión amplia de este concepto.
Aunque la constante adaptación que exige la sociedad a una institución basada en principios tradicionales se vuelve un problema de contradicción de métodos y contenidos, particularmente, no creo que este sea la causa de tamaña tragedia de la que habla Etcheverry, aunque es un factor determinante hoy en día.
Como explica la historiadora mendocina Fabiana Mastrangelo en una reseña del libro trabajado, “La tragedia educativa”: “La tragedia se aloja en la sociedad en su conjunto y la escuela es sólo su reflejo”.[12]
Como estudiante, no intento  juzgar, ni corregir, un sistema social con raíz en décadas anteriores, lo cual no han podido lograr profesionales de todo tipo en la política durante la sucesión de gobiernos de diferentes partidos; pero creo que es necesario evidenciar una carencia, el “valor del conocimiento, de la educación”, fundado en algo mucho más complejo que es “un sistema de valores sociales defendidos y también ejemplificados por sus actores”, en donde las generaciones en formación absorban conductas y respeto como acciones cotidianas y no como un deber más a cumplir. Creo que hay una necesidad de un cambio rotundo, que lleva generaciones y requiere el compromiso de cada miembro de la sociedad. Un cambio, por desgracia, un tanto utópico. Pero, cada uno tratará de hacer una sociedad mejor a su manera, y todavía hay personas dispuestas a intentarlo.



[1] JAIM ETCHEVERRY, Guillermo. “La tragedia educativa”. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 7 
[2] Idem, p. 93
[3] Idem, p. 60-61
[4] Idem, p.101
[5] Idem, p.104
[6] Idem, p. 97
[7] RAMONET, Ignacio. Informarse Fatiga. Francia, Le Monde Diplomatique, octubre 1993.
[8] JAIM ETCHEVERRY, Guillermo. M. Op. Cit., p. 139.
[9] CUNIETTI, Emma. “Internet y las provocaciones”. Mendoza, Diario UNO, Domingo 10 de abril del 2011.
[10] Ibidem.
[11] Ibidem
[12] MASTRANGELO, Fabiana. “CUYO, Anuario de Filosofía Argentina y Americana” En: http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/1477/mastrangelocuyo16.pdf 18/03/12,  9:34 hs.